domingo, enero 21, 2007

Un gramo de oxígeno


Todas las ciudades poseen ese rincón mágico, amable, o casi idílico por donde todo transcurre de manera diferente. No sabría decir a partir de qué sucesos o elementos se produce la metamorfosis, pero el hecho es que sucede. Por eso no es nada extraño que al traspasar la enorme puerta de hierro que da lugar al parque,-uno de los sellos más identificativos de esta ciudad-, te ocurran historias a veces fantásticas, y otras simplemente inesperadas.

De momento dejo una huella fotográfica. Un recorrido muy breve sobre los contrastes y las distintas atmósferas que se respiran durante los cambios de estación.
Espero que funcione bien el invento, y si así fuera, recomiendo ver las imágenes a través de la opción ''Proyección de diapositivas''.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Chulisimas las fotos! me hizo mucha gracia la última de la ardilla jajaja
Un beso!

Chus dijo...

Hace unos días me sorprendió ver a un hombre tratando de dar de comer a las ardillas. Nunca pensé que fueran tan 'sociables', y él me indicó el lugar exacto donde hay montones de ellas trepando de rama en rama, y jugando a su manera con los transeuntes, pues en el fondo, son muy escurridizas y desconfiadas. No se dejan nunca tocar pero ceden ante una mano llena de cacahuetes o pistachos, incluso trepan por tus piernas si el objeto de deseo lo mantienes en alto. Después de llevarse la comida a la boca, salen corriendo y...o se lo comen, o lo guardan entre el manto de hojarasca que cubre casi todo el parque.
¡Son una auténtica cucada!, jajaja.

Besos para tí, y muchas gracias por pasarte Javi.

Unknown dijo...

nena............
nenaaaaaaaaaaaaa............

Anónimo dijo...

¡Preciosas...! ;-) Un parque es un jardín secreto para mi, este me ha encantado.
Un beso guapa, ponte bien prontito.

Abrazote,
Ysabel.