martes, noviembre 03, 2009

Ermitaño

Como a la playa que quedó abandonada hace tiempo por causa de un temporal insufrible para las criaturas que la habitaban, así llego yo de nuevo aquí, cual cangrejo ermitaño que sustrajo su cuerpo a la tormenta enterrándose en la arena y al sentir un poco de sol en la superficie emerge para encontrarse a solas con el pasado, del que algún girón de tela o un madero semienterrado le hablan con una nostalgia que suaviza la alargada sombra de sus patas en la desolada e inmensa arena.

Como a todo ermitaño, me caen de perlas tanto el arrasado paisaje como la voluntad de sus antiguos habitantes de huir lo más lejos posible, pues encontrar un espacioso caracol que conserva sutiles cantos pudiendo derrochar el tiempo en ensayar aquí mi estancia, es más de lo que podría esperar aquel que encuentra en los silenciosos murmullos de la tierra su más preciada razón de volcarse a las estrellas...

Así que:

!Salve, oh tierra mía, caracol mío que me acoges con la generosidad infinita de lo invariablemente cierto!

J.