domingo, enero 21, 2007

Un gramo de oxígeno


Todas las ciudades poseen ese rincón mágico, amable, o casi idílico por donde todo transcurre de manera diferente. No sabría decir a partir de qué sucesos o elementos se produce la metamorfosis, pero el hecho es que sucede. Por eso no es nada extraño que al traspasar la enorme puerta de hierro que da lugar al parque,-uno de los sellos más identificativos de esta ciudad-, te ocurran historias a veces fantásticas, y otras simplemente inesperadas.

De momento dejo una huella fotográfica. Un recorrido muy breve sobre los contrastes y las distintas atmósferas que se respiran durante los cambios de estación.
Espero que funcione bien el invento, y si así fuera, recomiendo ver las imágenes a través de la opción ''Proyección de diapositivas''.


martes, enero 16, 2007

Círculo Vicioso

Siento decirlo de manera tan tajante, pero cada día que pasa siento más asco y aversión por lla vida política de este santo país. Cada día se asemaja más a un circo en el que todos van cumpliendo su papel. Desde los más osados acróbatas hasta los payasos más oportunistas, todos tienen cabida.
Se pueden sacar muchas conclusiones a partir de lo que sucedió (y no sucedió) el pasado día 13 de enero durante la manifestación convocada a consecuencia del último atentado terrorista en manos de una banda de asesinos que todavía tiene la indecencia de decir, entre otras muchisimas cosas:


"ETA reivindica la acción desarrollada mediante una bomba y que causó graves destrozos en el aeropuerto de Barajas, el 30 de diciembre de 2006. Además de manifestar que el objetivo de esta acción no era provocar víctimas, tras realizar tres llamadas para dar a conocer la situación exacta de la bomba, queremos denunciar que en un espacio de una hora larga no se procedió a evacuar el aparcamiento. Así, queremos hacerles llegar nuestro más sentido pésame a los familiares y amigos de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, fallecidos en el atentado, y al pueblo de Ecuador.
Finalmente, ETA quiere decir que todavía sigue en pie el alto el fuego permanente que comenzó el 24 de marzo a las cero horas."


Este pequeño párrafo es lo más vomitivo e indignante que he leído en mucho tiempo.
Me duele ver que las cosas no avancen, que lejos de equilibrarse, cada día aparecen nuevas fisuras en el camino hacia la paz. Lo único evitable es precisamente lo que no se está haciendo. Consenso y unión entre las fuerzas políticas y gubernamentales de este país.

A continuación dejo un texto que desde mi punto de vista refleja la realidad política y social que vivimos actualmente en torno a un tema tan delicado como este.


Por la paz, divididos

"Miles de personas salieron ayer a la calle (esta vez sin guerra de cifras) en Madrid, Bilbao y otras ciudades. Frente a las manipulaciones, la política cainita, los intereses inconfesables y la manipulación de las víctimas, los ciudadanos sabían dónde y para qué estaban.
Con las víctimas, por la paz, contra el terrorismo.
Ni ambigüedad, ni rendición, ni derrota, ni falta de esperanza, ni ninguna de las acusaciones de algunos.
No hubo consignas políticas. Sólo un grito unánime contra la violencia, por la esperanza y con los muertos, especialmente necesario ahora que la tragedia alcanza a los nuevos españoles.
Faltaron muchos.
La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), el Foro Ermua, el Partido Popular y, en Bilbao, como siempre a la hora de la verdad, quienes sustentan a los terroristas y sólo entienden la paz de los muertos.
Faltaron los responsables públicos -sean del partido que sean- que han estado en tantas manifestaciones contra los terroristas.
Faltaron los obispos y su eterno doble discurso. Con su propia disensión interna entre los de la unidad sagrada de España y los otros. Ellos, siempre quejosos de que los nuevos españoles venidos de fuera se sienten más arropados por otras iglesias y credos, no supieron estar ayer con los colectivos de inmigrantes.
Faltaron esos intelectuales, periodistas y columnistas de presa tan ocupados en desgañitarse en tantas tertulias con espadas melladas en renglones furiosos.
Faltó una cobertura adecuada en radios y televisiones arrumbadas en el fútbol y los rellenos de sábado por la tarde.
Sobró la grotesca manipulación de Telemadrid, televisión de partido, empeñada en convertir la marcha por la paz en protesta contra el PP.

La bomba de ETA ahonda una división histórica y acentuada desde el 11-M. Sus daños son devastadores:
acaba con el proceso de paz impulsado por el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y erosiona su credibilidad;
profundiza una división política sobre la lucha antiterrorista como ya no se recordaba,
y quiebra la unidad con las víctimas por las sospechas partidistas más allá del dolor.
El Partido Popular ha estado en contra del intento de alcanzar la paz desde el día del alto el fuego. A la vigilancia del gobierno y la defensa de las posiciones políticas ha sumado una manipulación grosera e insoportable.
Cada acusación de capitulación del PP ha sido negada por los terroristas con sus demandas.
En medio, el gobierno, acusado por el PP de dar demasiado y por los terroristas y sus secuaces de no plegarse a nada.
Atónitos, muchos ciudadanos. Unos más esperanzados y otros más recelosos desde el anuncio del alto el fuego. Todos, sin dudar en la voluntad de paz y firmes en la defensa de la democracia. Todos, contentos de cada día sin llorar nuevas víctimas.

La realidad es un enorme fracaso.
Otra vez los muertos, las bombas y el fin de la unión contra el terrorismo.
Las palabras del presidente del gobierno poco antes del atentado de Barajas confirmando la mejoría de la situación son ya sólo un sarcasmo. La mayoría espera menos accidentes verbales, menos mensajes confusos y una posición y liderazgo firme.
Con este PP parece imposible el entendimiento. Está demasiado atento a sí mismo, errante desde la pérdida de un poder que creía asegurado. Se atrinchera en una parte de la sociedad y aleja inevitablemente a muchos otros.
No estuvo con los ciudadanos tras una polémica estéril. Hasta algunos de sus medios de cabecera dan cuenta del error ("El PP hubiera hecho un ejercicio de coherencia y responsabilidad acudiendo a la marcha". Editorial de El Mundo).
Algunas asociaciones de víctimas han ido más allá de lo que su condición legitima y demanda. Todos los españoles demócratas estaban con ellas, siempre y sin fisuras. Ahora es necesario separar claramente sus derechos y condición de las posiciones políticas de quienes las representan.


Pero la esperanza no se pierde.
Los ciudadanos mantienen su demanda: paz y libertad.
El gobierno, el actual y todos, sigue obligado a acabar con el terrorismo.
La decisión democrática es la única que definirá el futuro del País Vasco.
Los ciudadanos siempre apoyarán a las víctimas de ETA, sin distingos de origen, ideología y credo.
La división entre los partidos nacionales no debe ocultar la actitud de un PNV que no puede ni debe estar fuera de un pacto antiterrorista.
La mínima fisura en las posiciones de los sicarios del terror tiene que ser aprovechada con inteligencia para extirpar el tumor, aunque sea poco a poco.

Los ciudadanos han cumplido de nuevo. Muchos políticos, no. Algunos, como el lendakari Ibarretxe o la vicepresidenta Fernández de la Vega han comenzado a reconocerlo.
Los muertos no tienen más salvación que su recuerdo. La política y la paz, sí. A trabajar y a recomponer las posiciones: unidas contra ETA.
Los ciudadanos volvieron a hablar ayer".

Texto escrito por Juan Varela desde su blog Periodistas 21




Por mi parte, chapeau por sus reflexiones.

lunes, enero 15, 2007

Intermitencia



Traspasé la puerta del ambulatorio después de la visita rutinaria, de la cual, todo sea dicho, no obtuve a estas alturas ningún diagnóstico definitivo. Me quedé plantada como un poste al lado del semáforo preguntándome si sería capa
z de crucar la ancha carretera sin temor a que el semáforo cambiara de color. Sinceramente pienso que el reposo me está oxidando, y eso es lo que quizá me dio ánimos para, en un arranque de valentía, redescubrir los colores y olores invernales del pulmón de esta ciudad.

No se quien de las dos se sorprendió más:


También me sorprendió el verdor inusual, las frondosas copas de algunos árboles, y la plataforma color ocre que proyentan las hojas caídas en mitad del otoño.
El caos ambiental es un hecho más que constatado.
Disfrutemos mientras podamos.

domingo, enero 07, 2007

"Revelaciones"

..de Pía Barros.


Recomiendo a todas luces esta lectura. Sólo ha
s de abrir los ojos y dejarte seducir por el magnetismo de un escenario que magistralmente va construyendo párrafo a párrafo, con un lenguaje claro y directo. Desnudo y absorvente. Se puede extraer mucho material de este texto para comentar en voz alta, o simplemente reflexionar hacia dentro. Pía Barros es una escritora chilena que sencillamente atrapa.
Atrévete y disfruta.


-"Los que Sobran".

"Las mesas del café son blancas, atestadas de voces, de vasitos enmarcados en el mantel que contienen temblorosos capuchinos, cortados, expresos. Si me elevo sobre las cabezas, puedo ver los transeúntes pasar rápido con los rostros acalorados, las manos sudorosas sosteniendo paquetes, niños, portafolios, carteras. Me pregunto por qué no nos atrevemos a salir a la calle sin apretujar algo entre los dedos.

Dos personas y yo, estamos sentadas en mesas solas. Los demás son grupos, parejas, estudiantes que atestan el espacio de las mesitas redondas. La de él está en diagonal a la de ella. Se ve que se conocen, por esos getos casuales y estudiados de saludo, complicidad, tensión. El hombre no sabe que está siendo observado, pero noto que ella ha tenido su instante de revelación al ver sus uñas esconderse al interior del puño. No la hace feliz conocer lo que le ocurre, está claro. Su mirada vaga por las mesas, pero yo sé que está mirando dentro de sí misma. Asisto al privilegio de la conciencia alucinada.

Sólo sabe que necesita de su deseo, que si la desea, todo tiene sentido y nada acaba, que todo puede empezar y el delirio embotarle la mente hasta perder la noción de sí misma. Sólo por curiosidad, tal vez, lamer su nuca y descubrir a qué sabe, qué texturas guarda su piel escura contra su carne blanca, de qué modo. Cómo puede cabalgarlo una noche interminable y demorar su entrega, cómo derrotarlo en su deseo, hasta que el deseo se le vierta entre las manos y ella se pinte el rostro de su deseo, el vientre de su deseo y lo obligue a lamerla, para recuperar en ella el sabor por él vertido, a comerse su deseo, fagocitarlo para que vuelva de nuevo en él y por fin sí entre en ella, ahora sí, toda ella llena de su deseo, toda ella escurriendo el conjuro hacia la noche.

Entonces, lo mira en diagonal, suave, encubriendo. Porque se encubren los secretos inconfesables, se les borda de mentiras y justificaciones para que nunca la voz del deseo sea profanada por otras voces.

La piel de la mujer me transmite el rugido callado.

Observo al hombre y me conmueve que en su piel oscura no queden signos del deseo de ella. Las pieles traicionan, no son papel en blanco ara hacer borradores imperecederos sobre los poros.

Quiere ser cuchillo, abrir, rasgar para que la traición la atiborre de pecados, para ser un pecado musitado a solas, destrozada por la pasión de pecar y pecar y seguir traicionando y pecando, hasta que la noche ya no importe, ni él importe, ni nada, sólo esta piel ardida, profunda. Cómo pudo haber estado tan cerca y no notarlo, cómo pudo abandonarse tanto que la piel se le quedó en otro, sin su consentimiento, cómo, cómo.

El hombre mueve con los dedos la página. Ignorante de la mirada de reojo, lleva el dedo índice a la boca, lo humedece y gira con él la página de su revista. Acomodo mi silla para mirarlos de frente, despiadada. Es tan patético y torpe el deseo, que sus letras quedan expuestas hacia mi sarcasmo. La gestualidad lo desnuda todo, sus hombros extendiéndose hasta lo imposible para palpar el are del otro, las huellas dejadas impalpables para ninguno que no sea el cuerpo de los amantes inconclusos.

Estoy sola. Para las como yo no habrá revelaciones.

Envejezco. Me queda el voyerismo. Las mesas de café, las ventanas. A ella el dedo húmedo de él la hipnotiza y sacude la cabeza para alejarse. Como si fuera posible... no saben lo que es el llamado, no se sienten tocados por el milagro de desear, no escuchan las voces, los alaridos mudos de los cuerpos como yo los escucho. Si alguien en estas mesas observase al hombre moreno y la mujer de ojos claros, escucharía como yo, se asombraría como yo de este despilfarro de olores sobre el aire del café.

Sé que se conocen desde antes. Prefiguro una oficina, unos roces casuales, las pieles llamándose por sus nombres y ellos no sabiendo descifrar el lenguaje. Tal vez una mano que toca un brazo al llevar un café, los géneros del pantalón y del vestido entremezclándose, confundiendo en un pasillo estrecho olores y formas, las telas sexuadas un par de segundos.

Los celos, ahora la arrasan los celos. Quién será la que ponga la boca en su nuca, cómo morderán los dientes que no son los de ella, bajo qué verano y qué sol y qué luz de día, otra, que no es ella, hará caminos sobre la piel brillante y oscura, qué otra quedará adherida a ese vientre húmedo que ella no puede cabalgar. Cómo amará esa otra, qué cosas dirá en la semipenumbra, cómo encenderá los cigarrillos compartidos, cómo estará la otra, tan alejada de su rabia y su dolor, tan a salvo, tan segura. No como ella, turbia, estremecida de descubrimientos.

Veo en sus ojos claros. Es tan fácil ver las flamas de los celos, de la culpa. Tal vez haya otro, un otro que duerme a su lado, inconsciente de las transformaciones que amenazan a su mujer ahora tan lejos, lejos incluso de sí misma.

El hombre ha levantado los hombros. El cuerpo del hombre ha sido el que levanta los hombros, endereza la espalda, hunde el abdomen. El hombre no sabe que es deseado, es su cuerpo, como todos los cuerpos, el sabio.
Los celos y el dolor llegan a través de mesas y voces al cuerpo, no a la mente de ese hombre. Aprendices. Sólo son aprendices de un juego riesgoso que no jugarán.

No hay nada que la salve ahora. Ha roto la tácita promesa de no involucrarse, de no aparecer en sus sueños sobre la piel de otro. Ahora descubre las razones de ese insomnio febril y agotado del deseo inconcluso. Los sueños quedan lejos, nunca duermen junto al deseo. Con ella sólo está el sabor reseco de una boca pastosa, insomne, las manos que se recorren a oscuras hasta ella sorprende a sus propios dedos, su cuerpo traicionándola, haciéndole creer que son otros dedos oscuros, otras manos, otros silencios y no sus propios dedos mintiéndole, arrebatándole el deseo marchito y desgarrado de las madrugadas.

Entonces comprende, en ese instante de feroz lucidez, que debe huir, no dejar en libertad la piel, no permitirle el tacto casual con el cuerpo oscuro. Está perdida. El deseo la ha tallado nuevamente y puede perder su libertad, su nombre, su pasado, la piel duramente domesticada de su cuerpo. Cuando reflexiona en que puede perder, sabe que ya se ha perdido.

La veo encogerse como una víctima ante el golpe. Pareciera que de un instante a otro, la ropa le ha quedado grande, el maquillaje ha perdido brillo, la sonrisa transformada en una mueca de desaliento. Desamparada. La veo asumir la magnitud de su abandono. El cuerpo le molesta, la traiciona, es de otro, del hombre en diagonal, no suyo, ya no le pertenece. Tal vez no quiera recuperarlo, tal vez se arriesgue y lo entregue para ser devuelta a sí misma.

Pero no, no lo hará. La aguardan tantas revelaciones, cree ella, y yo sé que son escasas, que se muere lentamente con los años. Ella cree que esta vez no, no lo hará, habrá otras, cree.

Huir, debe huir. Ella sabe como huir. La violencia de las palabras preparan la huida. Los gestos suaves, las ternuras, las confidencias, preparan la huida para siempre. No el desafío, no los gestos hoscos de su pasión. La otra ella que la habita debe salir ahora, enturbiarlo todo, borronear la pasión, desgastar el gesto, lavarle la piel del deseo por la piel oscura, dejarla blanca, impoluta, aséptica. Volver a lo que era antes, antes de que se confesara a sí misma lo que ocurre. Huir.

Conozco ese miedo desde hace mucho. Viene con las palabras, se lo veo desde aquí. Huir. Dejar el territorio que no domina ni conoce. Ella huirá, como se huye siempre del dolor, o del placer, de las emociones. Pero si el hombre hiciera un gesto... uno sólo, bastaría un único gesto para que ella arrojara al vacío las convenciones y las palabras, para que lo desandara todo y dejase hablar al idioma de los cuerpos. El hombre alza los hombros, pero no sabe. Quiero ir hasta su mesa, decírselo. Pero envejezco y ya no importa. La pasión muere conmigo. No he sido hecha para salvar las pasiones de nadie, muero sólo ante mí misma, estoy aquí para verlas, siempre desde lejos, ocurriéndole a otros, desperdiciándolas otros, anulándolas otros.

Determinaciones. Pasos a seguir, resoluciones. Nada de aguardar su presencia, nada de toparse sobre los vértices de un deseo que no le pertenece. Nada de alargar las frases y las despedidas y los encuentros casuales.

Traerá para él otras pieles blancas que no serán la suya, otras pasiones para encubrir, otros territorios. Lejos, partir lejos, que su voz no sea más que los sonidos del desencanto, la opacidad de las buenas maneras, la androgenia de la cordialidad. No importa cuántos insomnios tenga que soportar, ni cuántas ventanas derritiéndose ante el invierno que no llega. Respirar profundo. Cambios.

Ella se ha levantado y se despide con un saludo gélido y cordial. (Nada hay más frío que la cordialidad, las buenas maneras lo congelan todo). El hombre abandona la revista para mirarla alejarse, esta vez fijamente, sin simular. Luego, se levanta y se marcha.

Me quedo un rato más viendo pasar la gente. Algo me duele dentro. Algo se me ha clavado en lo hondo. Volveré una y otra vez a esta mesa buscándolo, trayendo mi dolor, para desearlo como ella lo desea, para ver si mi piel vuelve a llenarse de deseos ajenos. Sin revelaciones, sólo por la sorpresa de descubrir los desencuentros."

Y nada más por ahora. Continúo 'desguarnecida y angustiada', como bien decía un buen amigo mío en situaciones en las que el tiempo late con otra frecuencia, pausado y reconciliante, pero paradójicamente a veces también, bastante anodinamente.

miércoles, enero 03, 2007

Receta de año nuevo


Ingredientes:

  • Agua caliente
  • Sal gorda
  • Varias porciones de 5 a 10 cm. de longitud de gel analgésico antiinflamatorio vía tópica.
  • 1 ración de diclofenaco sódico cada ocho horas.
  • Una tobillera
  • Un cuenco, palangana o recipiente similar. (el de la fotografía no sirve, pero adorna)
  • Un pie fastidiado, preferiblemente a la altura del talón en zona periférica interior.
  • Una rodilla hecha polvo implicada en el asunto, por meticona.
  • Un soporte preferiblemente alto para elevar durante el mayor tiempo posible la extremidad dañada.
  • Una pizca de paciencia
  • Un poco de reposo...
...y esperar sentada a ver qué pasa.

Una forma como otra cualquiera de empezar con mal pie el año. (cronchh)