viernes, octubre 13, 2006

San Bernardo







En plena ribera del duero, entre Valbuena y Vegasicilia por un lado, y Pesquera por el otro, muy cerca de Peñafiel, se alza desde el año 1143, este monasterio cisterciense fundado por monjes procedentes de Francia, con el fín de repoblar el valle del duero.

Fue hace tres años cuando Cris y yo, una tarde
de verano y tras una jornada laboral, decidimos colgar nuestra cámara al hombro y adentrarnos, aunque muy brevemente, en un renglón de la historia de una orden religiosa denominada 'el císter'.

¿Hay algo más tenebroso y a la vez excitante, que una tormenta re
pentina en mitad de un valle que se quedó a oscuras, a excepción de unos muros que tocados por un sol escurridizo, no dejaban de palpitar con una luminosidad casi fantasmal?
Bajo un paraguas que no dejaba de agitarse por la ventisca que se arremolinó sobre el lugar, pude, -a sabiendas del riesgo que entrañaba para el objetivo de mi cámara soportar ese aguacero-, atrapar un trozo de arcoiris coronando la fachada del monasterio.
Después, bajo unos soportales, no dejabamos de reirnos de nuestra pequeña desgracia. Cuando salimos de nuestro centro de trabajo había un sol de justicia. Tras recorrer algunos kilómetros, comenzamos a divisar a lo lejos, una especie de cortina de humo ribeteandose en el cielo. Cuando llegamos a San Bernardo, toda la furia contenida se desparramó sobre nosotras nada más pisar suelo sanbernardino. Pero aún así recorrimos el pueblo. Un pueblo tan nuevo que tan sólo cuenta con la edad de 56 años. Muy pocas calles lo cruzan y sus casas a duras penas se levantan dos pisos. Poco después averigüé que anterior a este pueblo, existió en el mismo lugar otro llamado Santa María de Poyos que desapareció tras ser inundado por el embalse de Entrepeñas. Con lo cual, mejor no haber sabido su verdadera historia hasta después, por si las moscas. ¿No dicen que el miedo es libre?

Pero, ¿qué es eso del císter? (ya para terminar de ilustrar con datos más históricos y probablemente más interesantes).
La información que a continuación muestro, la encontré en la página 'Artehistoria.com"

"Los orígenes remotos de la orden cisterciense se remontan a 1098, cuando Roberto de Molesmes, antiguo abad de un rico monasterio benedictino, fundó el cenobio de Citeaux (Cister) en las cercanías de Lyon, con la intención de retornar a los primitivos ideales evangélicos. Sin embargo, los verdaderos fundadores de la orden fueron Esteban Harding, tercer abad de Citeaux, autor de la "Carta caritatis" (c. 1120) y, sobre todo, san Bernardo (1091-1153), que dotó al movimiento de una dimensión verdaderamente supranacional.
La "Carta caritatis" incidía además en el factor de la uniformidad. El horario, la disciplina, los servicios religiosos, los libros de lectura, el tipo de edificio, el régimen de comidas, etc., debían ser idénticos en todas las casas de la orden al objeto de evitar cualquier tentación de relajamiento. Este extraordinario rigorismo, conscientemente buscado, se unía a una positiva valoración del trabajo manual frente a los oficios divinos auspiciados por Cluny. El equilibrio entre la oración pública, la pobreza, la lectura meditada y el trabajo físico constituía un objetivo irrenunciable que, por lo demás, sólo cabía realizar en abierta oposición al mundo. De ahí que se buscasen zonas alejadas de las ciudades y de las grandes rutas de comercio para establecer los nuevos monasterios."


Tema que da para largo, este de la vida contemplativa, ¿no?

Para acabar de rematar y recargar el ambiente vivido hasta ese momento en aquel lugar, tan espiritual y por qué no, misterioso, en el mismo punto estratégico que se muestra en la foto de aquí abajo, Cris comenzó a relatarme, no sé por qué, el contenido del último libro que estaba leyendo en esos momentos: "El código Da Vinci" (na menos)

Pa' echar a correr.
Y, "vade retro, satanas".



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