lunes, octubre 02, 2006

Un breve repaso



A estas horas de la madrugada, ya no soy capaz de recordar ni el color del cielo, ni cada oscilación luminosa detrás de las ventanas, ni el segmentado transcurso de un domingo presto a incinerarse minuto a minuto, lento de revoluciones, espeso en ideas o definiciones, e incierto como una grieta repentina en mitad de la pared.

Tengo pensado recoger todos mis trastos y llevarlos a la nueva versión Beta. Probablemente,...no, miento,...seguramente cambiaré algunas palabras de las ya dichas por otras que me convenzan más. Tengo la mala costumbre de editarme cada vez que me veo, tan ridícula a veces, tan cómica otras, pero tan exigente siempre, ya sea errada o acertadamente, que me cuesta horrores soportarme.
Todo cambio exige una transformación, algo que poco a poco y con la ayuda impagable de quienes se que están ahí, muy cerca de mí (ell@s saben quienes son), lo lograré poco a poco.

Hoy encontré blogs interesantísimos, muy completos, o llenos de originalidad. También tengo pensado incluirlos en algo que probablemente titule -paradas obligadas-.

Y ya por último, sólo se me ocurre, para variar, terminar el día con una poesía que encontré hace tiempo y que hoy, no se por qué hoy, la encuentro más hermosa que el día que la descubrí.


TERESA MARTIN TAFFAREL

"Este juego inaudito de los días
ya no puede atraparme en su
engranaje.
La estrategia del tejo que se pierde
es el signo de un tiempo sin rescate.

Como el niño que elige los reflejos,
coloreo las copas de los árboles,
una casa, las nubes, los caminos,
y modelo las flores de la tarde.

Evoco incomprensibles retahílas,
converso con la sombra en las paredes,
camino sin salirme de las rayas.

Las estatuas del patio no me miran.
El cielo del dibujo se ha borrado.
Sólo queda la luna de la infancia.

Yo dije mis palabras
con un temblor que contenía
esa pena honda que siempre me
acompaña,
estaba sóla entre mis signos
pero yo sé que todos me escuchaban.

Y sí, tuve miedo
de quedarme esencial y desolada
frente a la mirada interrogante
de quienes esperaban
leerse en mis imágenes
en los nombres que para cada uno
tienen las cosas habituales
y en aquellas otras
las que no se dicen
porque cualquier palabra las
empaña
yo dije mis palabras
y supe que mi tiempo
era un canto sin dueño
que volaba entre lluvias y neblinas
para anidar en otros campanarios".

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