domingo, octubre 08, 2006

Rompiendo el blanco

Si no fuera porque al pellizcarme,... me duele, tendría la certeza de que hace unos instantes, alguna fuerza sobrenatural habría sobrevolado por encima de nuestras cabezas.

Algunas veces pienso que las tormentas son algo más que la suma de un cúmulo de circunstancias atmosféricas propensas al exterminio. La que estoy viviendo en estos momentos, se adapta como un guante a la estética siniestra, a veces exuberante y por qué no,...poética, de cualquier película de terror en la que nada ocurre si no es a través de ese climax perturbador y sombrío, sesgado por interminables chorros de luz que intermitentemente fumigan la penumbra de una noche, una casa o una habitación, y que acompañados a su vez por ese estruendo capaz de demoler el temperamento más sosegado, conspiran contra nosotros.



Esta foto no muestra la magnitud del suceso, pero es emocionante para mí haber podido capturar un leve trozo de luz agonizante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues esa foto está genial, sin dejar de ser un espacio oscurecido, ese breve destello de luz serpenteante la hace misteriosa y una buena captura. Acompañando la tormenta que imagino ya pasó, desearía que cayera unas gotas de agua aquí en este calor que me agobia hace días, unas gotas digo no un diluvio pero yo y los árboles lo agradecerían.

¡Un beso beta amiga!
Anónimamente Ysabel,
;-)