martes, agosto 29, 2006

Un desvarío más.

Recuerdo como si fuera hoy aquella mañana de invierno. Latía áspera y desabrida tanto en el exterior como en el interior de mi casa. El día se presentaba ruidoso desde sus inicios.
Al acabar el mismo, me esperaba una reunión entre compañeros de trabajo. Ese tipo de fiestas donde de pronto se muestra toda una gama de máscaras y poses. Pero antes de que todo aquello sucediera imaginé todos los rostros, su matiz inmaculado, todos los atuendos, todas las mentiras y la única verdad de cada uno resbalando por la entretela de todos los disfraces.
Visualicé también aquel parque donde más adelante fluctuarían nuestras figuras jocosas y maquilladas, predispuestas a todo tipo de escenificación con tal de conseguir un minuto de gloria personal, una caricia engominada o una mirada plastificada.

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-Un desvarío más.
No sólo es el ruido ensordecedor lo que me aterra.
Es el desgaste de su pasajera rotación.
Su indiferente vuelo de autómata perseguido.

Desde aquí la mañana luce entrecortada.
El aire parsimonioso transporta un gramo de oxígeno adulterado.
Las hojas perecen de nuevo en el parque.
Se enfrían los rostros,
y nadie se percata del pasajero trino de lo ajeno.

Volaré sin ganas.
Los resentimientos volverán a perseguirse.
Incidiremos en la hipócrita mirada que nunca ve,
..sólo desconoce.
Gesticularemos sin motivo alguna práctica.
Se romperán algunos desenlaces de frío contenido,
y así se transitará, rutinariamente...
por lo desconocido que se omite,
o se niega,
o se interpela en uno mismo.

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