lunes, agosto 14, 2006

Dos apuntes y un par de poemas.


Dicen que estoy habitada por dos vertientes, y ninguna de las dos es predominante.
Interactúan en aparente desorden,

como si jugaran a intercambiar su propia independencia caprichosamente.
Se juzgan y enfrentan a sí mismas con carácter genocida,
y sin piedad luchan por conquistar un espacio c
reíble,
razonable y autosuficiente.
Buscan su minuto de gloria o de silencio.

Una autonomía.
Mi autonomía.
Y ese es Mi caos.
La red que tejen mis pies es la que me salva de
l miedo,
la que me protege del mundo y del miedo de vivir.
La que tejen mis ojos es un camino incalculabl
e,
interminable y lleno de células vivas,
de siluetas móviles y de cuerpos extraños,
de tesoros escondidos y peculiaridades
que me aproximan a cada espacio vital,

a lo que respira fuera de mí
y al pulso de sus acontecimientos.




Jose Luis Vega (Puerto Rico)

"Sentada al borde de la cama, la muchacha
se despinta las uñas que se vuelven color de acetona,
brillantes, inocentes,
color de que nada ha sucedido.
Está sóla en un cuarto sin lámpara
y pende la bombilla con halo de manza
na original.
Se ha frotado los labios que se vuelven color de espejo roto.
Con un poco de crema y de nostalgi
a
se despinta los párpados,
la voz que se le espesa color del otro día.

Doblada como un cisne en el exilio
se despinta los senos, las pestañas,
las cejas que le inventan un arco de ilusión.
Está sóla
en un cuarto
rodeada por motas de algodón multicolores.

Triste como un cuadro de Renoir.
Cuando hala el cordón de la bombilla,

el mundo,
se despinta por completo."

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Hay personas que, por razones que desconozco totalmente, se convierten de repente en tu mejor confidente. El y yo compartimos muchas vivencias a través de correos electrónicos. Fueron algo así como un puñado de latidos impregnados de necesidad por ser escuchados. Dicen que el anonimato ahuyenta los temores y acelera la complicidad. No siempre, claro, pero muchas veces sí. En ocasiones, cuando buscábamos poemas a dúo en mitad de la noche (más mía que suya), cuando encontrábamos fragmentos que...nos erizaban la piel, pero más que la piel el corazón, los plasmábamos impetuosamente dentro del marco iluminado de nuestra ventana virtual. Un día, me regaló los oídos mostrándome un poema que jamás olvidaré, y no lo haré por lo,..a veces demasiado descriptivo que hay de mí en él. Y desde aquel día, cada vez que lo leo, siento un gozo y un escalofrío, una punzada y un extraño temor por saberme descubierta.



GIOCONDA BELLI

No me arrepiento de nada.

"Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,

hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.

No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,

por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;

de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez

bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador

y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta

con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.

En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser."

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