jueves, febrero 14, 2013

Loarre.


 "Nada puede vencer el carácter tan áspero de las viejas montañas,
su vertical bravura curtida en los inviernos más hambrientos de nieve,
en la embestida seca, la tozudez del cierzo, en el hielo que incordia,
desordena las luces, en la caligrafía oscura de los líquenes.
¿Puede el hombre domar la furia del peñasco?
¿Y puede desafiar las leyes del olvido, que borran la ambición de los grandes ejércitos?
¿Y puede coronar esa inmensa columna de piedra con sus torres,
buscando la atalaya más oportuna para vigilar al contrario?
[...]
El castillo se yergue abrazado al vacío,
con sus hombros robustos y su grito secreto tiñendo el horizonte de curiosos matices
y sus entrañas lóbregas que esconden la memoria de sucios calabozos
y el vuelo de los buitres que atraviesan los páramos y las crestas más finas"

Fragmento de un poema de Alejandro Alagón.









Castillo de Loarre, Huesca.
(20 de mayo de 2012)

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